* Como directivos “tenemos una gran responsabilidad; el directivo tiene que ver en un alto porcentaje con los logros de las instituciones, ya que son responsables de los cambios de pensamiento dentro de las mismas”: Carmen L. Jiménez, directora ejecutiva de IGLU.
Este martes, en su charla “Liderazgo y pensamiento sistémico en la universidad”, Carmen Leticia Jiménez González, directora ejecutiva del Instituto de Gestión y Liderazgo Universitario (IGLU), compartió con directivos de la Universidad de Colima, la importancia de conectar con sus colaboradores, tanto en lo emocional como en lo cognitivo, para lograr no sólo el buen funcionamiento de la institución, sino también un cambio positivo de pensamiento.
Al darle la bienvenida a la conferencista, el rector José Eduardo Hernández Nava, quien también se formó en IGLU, dijo que la conferencia y el taller posterior, ofrecido allí mismo, son importantes para que los directivos “puedan compartir experiencias y enriquecer sus estrategias de gestión, socializar los retos a los que se enfrentan y discutir las soluciones”.
Este enriquecimiento, dijo el rector, tiene que ver con la propuesta de IGLU y de la propia conferencista, de abordar los problemas con un enfoque sistémico y no lineal.
IGLU es un programa de la Organización Universitaria Interamericana (OUI), fundado en 1983, que ha formado y sigue formando a cientos de directivos en las Américas. Su misión “es apoyar a las instituciones que la integran en los procesos de formación, mejoramiento y consolidación de sus equipos humanos dedicados a la dirección académica, estratégica y administrativa”.
Hernández Nava aprovechó el micrófono para decir que el mundo actual, y con él la universidad, están viviendo una transformación constante en los procesos tecnológicos, en la innovación y los procesos integradores de alta complejidad, que al volver más intensa la competitividad obligan a las instituciones a generar más desarrollos y ser más eficientes.
Por eso, agregó, la forma de pensar de manera sistémica ayuda a entender mejor los cambios que está viviendo el país, sobre todo en la discusión que se está dando en el tema de la gratuidad de la educación superior. Aquí, dijo, “el enfoque holístico o sistémico nos advierte considerar que los jóvenes demandantes de estos servicios son ciudadanos que, como tal, tienen derechos humanos para decidir por ellos mismos si quieren estudiar, y el Estado está obligado a respetarlos de acuerdo con la Constitución, así como por otros tratados o convenios internacionales”.
Para terminar, el rector comentó que “la construcción de un Acuerdo Nacional por una Educación Superior con equidad y calidad exige un liderazgo y pensamiento sistémico actuante y firme”.
En su conferencia, Carmen Leticia Jiménez González compartió su aprendizaje en el terreno del pensamiento sistémico utilizando para ello su experiencia, porque su pasión, dijo, siempre ha sido “aprender para transmitir y compartir lo aprendido”. Un líder, añadió, no sólo es una figura de poder o alguien a quien se le da ese título, sino cualquier persona, desde un directivo a un maestro, que busca generar un cambio positivo.
“El enriquecimiento que uno le da a un cargo cuando te conviertes en líder y esa capacidad que tienes de transformarte tiene que ver con el aprendizaje que tú haces cuando estás ejerciendo ese cargo”, aseguró.
Para adentrarse en el tema lanzó una pregunta a los asistentes “¿qué pasa con los directivos dentro de la educación superior?” Como directivos, señaló, “tenemos una gran responsabilidad; el directivo tiene que ver en un alto porcentaje con los logros de las instituciones, ya que son responsables de los cambios de pensamiento dentro de las mismas”.
Si se quiere lograr ese cambio en la institución, dijo, los líderes o directivos “deben tener creatividad emocional, creatividad cognitiva y generar además nuevas formas de pensar”. Un líder, añadió, debe tomar su contexto y no sólo dar respuestas que le sirvieron en otros cargos; “lo importante es conectar con la gente, porque si no lo haces no se podrán cumplir las metas institucionales. Además, no puedes hacer tu solo todo el trabajo”.
Recomendó no tener reacciones y pensamientos automáticos sino detenerse a pensar antes de tomar decisiones. Sobre todo, desarrollar el pensamiento autocrítico; es decir, ver en qué se equivocó uno y en qué acertó. Es aquí, aseguró, “donde el directivo debe comenzar a pensar de manera sistémica; “cuando tú tienes un pensamiento sistémico, aseguras hacer el menor impacto negativo o el mayor impacto positivo y así permear en los demás”.
Propuso, además, trabajar con la misma visión institucional, porque si no todo el tiempo se estará criticando a los demás. Lo mejor en este caso, si no se está de acuerdo con la visión del grupo, es renunciar, “porque ese tipo de actitudes enferma a las personas y daña las instituciones o empresas”.
“Es obligatorio –agregó– ser realistas; ver la realidad con claridad y sobre todo conectar con los demás sin perder la identidad propia. Contactar con los demás para que todos se sumen al proyecto grupal para trabajar juntos en un mismo objetivo. Ésa es la única manera de mantener viva a una institución”.
El pensamiento sistémico, compartió, propone cuatro hábitos básicos que pueden ser de gran ayuda a los directivos: Tomarse su tiempo; esto es, no decidir nada cuando se está enojado o confuso; conseguir toda la información posible sobre el tema, reflexionar antes de tomar cualquier decisión escuchando todas las voces y asumir la responsabilidad, se logren o no los resultados que se buscaban.
A los presentes, la ponente les dijo que no tienen que ser los grandes motivadores, “con el ejemplo basta, nosotros somos los modelos de nuestros equipos, una vez que logre que mi gente se apasione por la institución, a la institución le irá mejor.
Hay que entender, concluyó, que los cambios de pensamiento son graduales y que en muchos casos llevan varios años. Además, recomendó, se debe tener muy claro qué es lo que se quiere cambiar, no se trata sólo de cambiar por cambiar, y sobre todo “no debemos ser egoístas, ya que muchas veces uno como directivo no va a ver el fruto del trabajo que inició, porque lo importante es la institución”.
“Nuestro objetivo es tener el mejor lugar para trabajar, y si yo estoy aquí es porque eso significa para mí la Universidad de Colima”, finalizó.