La pandemia, lejos de despertar la respuesta planetaria solidaria y equitativa soñada por la OMS, exacerbó crispaciones ideológicas, tensiones geopolíticas y afanes de lucro de grandes compañías farmacéuticas occidentales
Rivalidades políticas y fijaciones ideológicas han permeado las decisiones que dirigentes de varios países han tomado para adquirir alguna de las varias vacunas contra el covid-19. A ello se suman los afanes de lucro de grandes compañías farmacéuticas occidentales y la vulnerabilidad extrema de los países más pobres que a duras penas pueden adquirir estos productos para inocular a su población. Lejos quedó la respuesta mundial solidaria y equitativa soñada por la OMS: las vacunas son un instrumento más que las potencias utilizan para asentar su poder en el tablero internacional.
“Está estrictamente prohibido importar a Irán vacunas anticovid-19 de Estados Unidos y Gran Bretaña”, tuiteó el ayatola Alí Jamenei, líder supremo iraní, el viernes 8. “Desconfiamos de estos países porque no se puede descartar que busquen contaminar a otras naciones”, precisó para justificar su veto. Y unos días más tarde incluyó a Francia en su lista negra.
Hasán Rohaní, presidente iraní, aceleró por lo tanto sus negociaciones con Rusia, China e India para abastecerse de vacunas. Le urge hacerlo, puesto que Irán es el país más afectado por la pandemia de coronavirus en Medio Oriente, con 56 mil muertos y 1.2 millones de contagiados contabilizados oficialmente a mediados de enero.
Jamenei y Rohaní tienen grandes esperanzas en la “vacuna persa” que sus científicos están elaborando en estrecha colaboración con Cuba.
En tanto el presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, se opuso categóricamente a la vacuna Sputnik V que le propuso Vladimir Putin, calificando la mano tendida de su par ruso de “propaganda política”, mientras Dmytro Kuleba, canciller de Ucrania, definió a esa vacuna de “arma rusa subsidiaria”.
A corto plazo la participación del país en Covax y las compras de vacunas chinas sólo le permitirán proteger del covid-19 a una mínima parte de sus 42 millones de habitantes.
“Apartheid sanitario”
Al cierre de esta edición Israel había vacunado a más de 20% de sus nueve millones de habitantes. ¿Cómo logró semejante proeza?
Sin inmutarse, el premier Benjamín Netanyahu explicó que apenas supo de la eficacia del antígeno de Pfizer llamó personalmente a Albert Bourla, presidente de la empresa farmacéutica, le pidió ocho millones de dosis y se comprometió a pagar un precio bastante superior al que ofrecían los demás compradores para disponer de ellas cuanto antes.
Por si fuera poco, Netanyahu facilitó a Pfizer el acceso a los expedientes epidemiológicos de los pacientes inmunizados con su vacuna. Esa información –en principio anónima y privada– está centralizada en bases de datos de las cuatro compañías de seguros médicos a las que los israelíes tienen obligación de afiliarse.
Netanyahu, que acaba de anunciar la próxima llegada de seis millones de dosis suplementarias de la vacuna de Pfizer –y también de la del laboratorio Moderna–, está convencido de que Israel no sólo será el primer país en salir de la pandemia sino que el análisis de los datos de millones de personas inmunizadas procurarán información capital a Pfizer y a la comunidad internacional.
Amnistía Internacional (AI) matiza el triunfalismo de Netanyahu haciendo hincapié en el desasosiego de la población palestina de los territorios ocupados y de la Franja de Gaza.
Hasta la fecha, en Cisjordania sólo los habitantes de las colonias israelíes se benefician del proceso de vacunación en curso del que quedan excluidos sus 2.8 millones de “vecinos” palestinos.
AI así como organizaciones no gubernamentales israelíes e internacionales denuncian un “apartheid sanitario” y le exigen al gobierno de Israel que reparta cuanto antes vacunas anticoronavirus a la población palestina, conforme a sus obligaciones legales como “fuerza de ocupación”.
Mientras tanto en Cisjordania y Gaza, los líderes de la Autoridad Palestina y de Hamas esperan con ansia la entrega de las vacunas que adquirieron vía Covax. Hasta el lunes 18 había llegado a Ramala una mínima parte de las cuatro millones de dosis de Sputnik V compradas a Rusia gracias a un contrato bilateral firmado con el Instituto Gamaleya.
La geopolítica manda
Los casos de Irán, Ucrania e Israel distan de ser excepcionales. La pandemia, lejos de despertar la respuesta planetaria solidaria y equitativa soñada por la OMS, exacerbó crispaciones ideológicas, tensiones geopolíticas y afanes de lucro de grandes compañías farmacéuticas occidentales y exhibió egoísmos nacionales o de grupos de naciones y la vulnerabilidad extrema de los países más pobres, al tiempo que dio nacimiento a una nueva doctrina de relaciones internacionales: la diplomacia de la vacuna.
Con información de Proceso.