La opinión| A Propósito Las cifras de la pobreza, por Fernando Moreno Peña

Los resultados electorales del 6 de junio y la escasa participación en la consulta popular, disminuyeron notablemente el respaldo popular al gobierno de la 4T y a su partido Morena. Por supuesto, esto no se debió a un complot de la clase media n,i a la desinformación manipulada, sino al aumento de la pobreza, como lo reflejan los organismos oficiales.

De acuerdo con el INEGI y el Coneval, tenemos hoy la mayor cifra de pobres de toda la historia del país: 55.7 millones.

Entre 2014 y 2018 se había presentado una caída en el número y el porcentaje de mexicanos en condición de pobreza. En los últimos dos años se incrementó, esencialmente, como producto de la crisis que dejó la pandemia.

De acuerdo con el Coneval, una persona se encuentra en pobreza cuando no tiene un ingreso suficiente para satisfacer sus necesidades y presenta una de las seis carencias sociales: rezago educativo, acceso a servicios de salud, a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos, así como el acceso a la alimentación de calidad.

El número de personas en situación de pobreza en México pasó de 51.9 a 55.7 millones entre 2018 y 2020, lo que fue un aumento de 3.8 millones, informó José Nabor Cruz Marcelo, secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

El porcentaje de la población en situación de pobreza pasó de 41.9% a 43.9% en el periodo, un crecimiento de dos puntos porcentuales.

De 2018 a 2020, en 19 de las 32 entidades se observa un aumento en la población en pobreza.

Las tres entidades que mostraron el mayor aumento fueron Quintana Roo, donde pasó de 30.2% a 47.5% de su población; Baja California Sur, de 18.6% a 27.6%, y Tlaxcala, de 51.0% a 59.3%.

Las tres entidades que tuvieron mayor reducción en este periodo fueron Nayarit, pasando de 35.7% a 30.4%; Colima, de 30.4% a 26.7%, y Zacatecas, de 49.2% a 45.8%.

Los estados más rurales, especializados en la producción agrícola, sufrieron menos, pues la actividad del sector primario no se frenó.

Las transferencias a través de programas asistenciales, como por ejemplo Producción para el Bienestar y Sembrando Vida, que se han canalizado a los estados más pobres del sur-sureste del país, no sufrieron como los otros”.

POBREZA EXTREMA

La pobreza extrema se refiere a las personas que presentan tres o más carencias sociales y que no cuentan con ingreso suficiente para una canasta alimentaria.

Entre 2018 y 2020, 26 de las 32 entidades mostraron un aumento del porcentaje de la población en pobreza extrema.

El número de personas en situación de pobreza extrema registró un incremento de 2 millones de personas, al pasar de 8.7 a 10.8 millones entre 2018 y 2020, con lo que el porcentaje de la población en dicha condición se incrementó de 7.0% a 8.5% en dos años.

Las entidades con el mayor aumento en el porcentaje de población en situación de pobreza extrema son Quintana Roo, al pasar de 3.8% a 10.6% de su población; Tlaxcala de 3.3% a 9.8% y Yucatán, de 6.5% a 11.3%.

Los estados que mostraron la mayor reducción en el periodo referido fueron Veracruz, que pasó de 16.1% a 13.9%; Nayarit, de 5.6% a 3.8%, y Chiapas, de 30.6% a 29.0%.

CARENCIA EN SALUD

En la medición de la pobreza y carencias sociales del Coneval, no tener acceso a la salud es la peor carencia social. En tan sólo dos años, del 16.2% de población que no tenía acceso a la salud, se saltó al 28.2% de la población.

El Insabi no ha funcionado. Empeoró el acceso de las personas a la salud, y a las personas atendidas tampoco les ha brindado las medicinas completas por la escasez.

El Insabi tampoco pudo comprar las medicinas, recurrió a la UNOPS, y al final, salió más caro para todos con compras directas. La carencia más sensible fue la de salud.

Coneval explica que no se debió sólo a la pandemia, sino a la desaparición del seguro popular y los problemas con el Insabi, que ha resultado un desastre en materia de cobertura de población y desde luego, también en la coordinación de las compras de medicamentos.

La transición del Seguro Popular al Insabi, redujo la cobertura en servicios de salud, empujaron a 3.8 millones de personas hacia la pobreza entre 2018 y 2020.

Esta carencia resaltó la abrupta reducción de beneficiarios del Seguro Popular (52.1 millones) al Instituto de Salud para el Bienestar (34.1 millones), lo que significó una caída de 18 millones de personas con cobertura de salud no contributiva.

Más de 35.7 millones de personas en el país no contaron con atención médica el año pasado.

Por la drástica disminución que se dio en la población afiliada al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) anteriormente Seguro Popular, que pasó de 42.1 a 26.9 millones de personas.

En el 2018, 13.7% de la población rural no contaba con acceso a servicios de salud, tasa que aumentó a 30.5% en el 2020, mientras que en el entorno urbano pasó de 17 a 27.4% en dos años.

La caída del salario y del empleo

Con datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), en el 2020, las familias incrementaron su gasto en salud en 40 por ciento.

La dimensión del ingreso fue de las principales responsables del aumento de la pobreza, pues quien gana menos del costo de la canasta alimentaria pasó de 14.0 a 17.2% de la población, y quien gana menos de la línea de pobreza general, (alimentaria y no alimentaria), pasó de 49.9 a 52.8% de la población.

En el 2018, el ingreso corriente per cápita de los hogares era de 4,848 pesos mensuales, mientras que el año pasado disminuyó a 4,514 pesos. Esta caída se explicó, principalmente, por la disminución en la captación de remuneraciones por trabajo subordinado, que pasó de 3,045 a 2,731 pesos mensuales.

La suspensión de actividades por la contingencia sanitaria derivada de la pandemia de Covid-19 repercutió en una caída de ingresos de la población. El ingreso total per cápita cayó un 6.9 por ciento, pero en el ingreso referido al trabajo remunerado, disminuyó 10.3 por ciento.

El presidente del INEGI, Julio Santaella Castell, informó que, durante el 2020, primer año de la pandemia por covid-19, los apoyos económicos por programas sociales en el país fueron insuficientes para compensar la caída en los ingresos por trabajo.

“Los beneficios provenientes de programas gubernamentales tienen un crecimiento muy importante del 50% en 2 años; sin embargo, el crecimiento tan grande que se da en los programas sociales no compensa la caída que tenemos en los ingresos en el trabajo”.

Desde 2020 los componentes de ingreso del trabajo subordinado por salarios, o independiente están cayendo entre el 9 y el 11%.

Durante el primer año de la pandemia el PIB tuvo una caída del 8.5%, lo que implicó que 12 millones de personas dejaron de estar ocupadas.

Ningún tipo de programa social puede sustituir al trabajo como una forma de lucha contra la pobreza.

Hay que resolver la situación laboral para poder reducir la pobreza de manera sostenible, porque no hay otra manera. Los datos son clarísimos, la paradoja es así: cayó el ingreso laboral, por eso se incrementó la pobreza, los programas sociales no van a poder compensar eso y, además, ni siquiera ayudaron tanto, porque están mal distribuidos.

El secretario ejecutivo del Coneval, José Nabor Cruz, afirmó que el aumento en las transferencias no alcanzó a compensar la caída en los ingresos laborales.

El empleo es lo es lo mejor para combatir la pobreza; por ello, el cierre de empresas y fabricas incrementó a pobreza.

No le demos vuelta: la única fábrica que está funcionando en este gobierno cuatroteísta es la fábrica de pobres.

Los datos oficiales así lo prueban.

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