*La Dra.Aimé Tapia, directora de la Facultad de Filosofía y el Mtro. Eduardo García impartieron el taller “Perspectivas filosóficas en la docencia para el nivel medio superior”.
“El aporte de la filosofía a la educación, al igual que las humanidades y las artes, es insustituible porque promueve el desarrollo de una serie de capacidades fundamentales para el proceso educativo mismo y para el desarrollo de cualquier profesión”; esto lo comentó en entrevista la profesora y directora de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Colima, Georgina Aime Tapia González, quien dijo también que “la filosofía pone en el centro de los debates educativos la cuestión del pensamiento”.
Para probar esta afirmación enlistó capacidades como la argumentación (dar buenas razones), tener criterio sobre nuestros juicios, capacidad de autocorregirse, comprensión y una actitud de apertura ante diferentes puntos de vista, así como una capacidad de vislumbrar alternativas ante los hechos y tener empatía y compasión ante otros seres humanos humanos, sus situaciones y contextos diferentes al propio.
En la entrevista participó también el profesor y coordinador académico del plantel, Eduardo García Mendiola, quien habló de la filosofía en la educación, sobre todo durante el proceso enseñanza-aprendizaje.
Tapia Gonzalez y García Mendiola compartieron estas reflexiones a raíz del taller “Perspectivas filosóficas en la docencia para el nivel medio superior”, un esfuerzo conjunto entre la Facultad de Filosofía y la Dirección General de Educación Media Superior, para ofrecer alternativas de calidad en la actualización docente del profesorado que imparte las materias de filosofía y humanidades en los bachilleratos universitarios.
En el taller, que se realizó con éxito durante las Jornadas Académicas 2021 de la Universidad, Aimé Tapia y Eduardo García compartieron con el profesorado de educación media superior, elementos teórico-metodológicos para el análisis de la dimensión filosófica de la práctica docente y su posterior aplicación en el aula de clases.
En este tema, Eduardo García Mendiola explicó que una cosa es que quien dirige un proceso de enseñanza aprendizaje pueda impartir clases sobre diversas áreas de la filosofía y otra es tener que mostrar formación y competencias derivadas de sus vivencias en esta disciplina; “hablamos de las competencias en virtud de su experiencia de vida lógica, ética y estéticamente”.
García Mendiola precisó que imparte clases quien ha asimilado o manejado, de alguna manera, “en mayor o menor grado según su perfil profesional, experiencias con el uso de la lógica, conoce o practica una formación ética determinada y muestra una sensibilidad o empatía con los estudiantes”. Esto es, “sólo quien enseña desde sus vivencias genera con mayor facilidad y pertinencia un conocimiento significativo, con sentido más allá de lo meramente objetivo”.
García Mendiola sintetizó en cuatro las competencias filosóficas más pertinentes, incluso indispensables, para el conocimiento y aprendizaje significativo en cualquier asignatura: Plantear problemas y preguntas, Identificar, seleccionar y analizar fuentes; Argumentar ideas abstractas y complejas y Hacer uso público de la razón.
La primera competencia, dijo, requiere distinguir cuando algo es problemático o cuando algo puede tener solución; “mientras no se perciba una posible solución no tenemos problema”, aclaró. Como segunda competencia dijo que “es indispensable para el alumnado tener claras las fuentes confiables en cualquier asignatura, en esta época donde prevalece la desinformación y la confusión”.
El profesor Eduardo García señaló que mientras más complejas o más abstractas sean las ideas que se practiquen con frecuencia, se garantizará mejor la argumentación en cualquier área; esto como tercera competencia; “puede ser un conglomerado de ideas, teorías o hipótesis lo que las hace complejas, más no complicadas; la complejidad no está peleada con la claridad”, añadió.
Por último, en cuanto a la cuarta competencia, el profesor habló de una herramienta denominada comunidad de diálogo. En ella, dijo, las y los estudiantes son libres de mostrar sus razones e ideas y de argumentar a favor o en contra del tema, “porque se trata de un descubrimiento, de una construcción, de una verdad comunitaria al interior del aula, que es como se crea la verdad”.
Al respecto, Aime Tapia añadió que las comunidades de diálogo no son sólo conversaciones o colecciones de opiniones, sino que “deben estar guiadas por alguien capaz de promover un pensamiento riguroso”. Para ello, explicó, “es necesario que quien facilita los diálogos pida ejemplos y contraejemplos y planteé preguntas que lleven al alumnado a clarificar conceptos, presentar buenas razones y reflexionar sobre el pensamiento disruptivo; es decir, a vislumbrar alternativas o diferentes formas de ver a las que se están planteando”.
Un diálogo filosófico en el aula, agregó, “requiere práctica y conocimiento sobre estas acciones, pero la práctica es insustituible para promover el desarrollo de capacidades lógicas, capacidades morales y de apreciación estética en el alumnado. En esto radica la importancia de la filosofía en la educación, puntualizó: al concebir y acostumbrarse a implementar el diálogo en el aula, se prepara a las ciudadanas y ciudadanos para la democracia”.
Por último, comentó que “dejar de lado la dimensión filosófica de la educación tiene consecuencias graves para las sociedades actuales donde la razón, la comprensión y el diálogo y son fundamentales para la continuidad de la vida, tan profundamente amenazada en este momento de la historia”.
Georgina Aime Tapia González es doctora en filosofía por la Universidad de Valladolid y la Universidad de Salamanca y actualmente se desempeña como directora de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Colima.
Eduardo García Mendiola, maestro en filosofía por la Universidad Autónoma de Querétaro, es actualmente candidato a doctor en Filosofía de la Ciencia por la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinador académico de la Facultad de Filosofía de la UdeC.