Masculinidad hegemónica genera factores de riesgo: Antar Martínez

Esta masculinidad, agregó el investigador de la UdeC, “restringe a los hombres en su expresión emocional, limita el autocuidado, y estereotipa la conducta sexual, los roles y conductas”.

 

En días pasados, el profesor investigador de la facultad de Psicología de la Universidad de Colima, Francisco Antar Martínez Guzmán dictó la conferencia virtual “Claves para pensar las violencias masculinas en México”, en la que comentó que en el país y Latinoamérica las formas de violencia se han recrudecido, sobre todo hacia las mujeres, los niños y niñas y hacia todo aquello considerado femenino.

 

Su conferencia fue parte de las actividades que realizó el Centro Universitario de Estudios de Género en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

 

Francisco Antar dijo que para entender este recrudecimiento, “es necesario leer las masculinidades en clave siempre local, donde las condiciones de precariedad, de incertidumbre social y la erosión de los derechos laborales, el acceso a los servicios de salud y de educación producen varones que se enfilan al crimen organizado como forma de supervivencia”.

 

Antes, agregó, se debe entender la noción de género como un sistema socio-cultural-histórico de regulación de lo social, “porque esto amplía la mira y hace que no se límite solamente al conjunto de atribuciones, características y roles que se asignan a las personas en función de sus características sociales, sino que además es un conjunto de formas de organización social, de ideologías, imaginarios y representaciones que les hacen establecer determinadas formas de relación”.

 

Así pues, procedió a explicar cómo el género se encuentra en diferentes elementos de la sociedad, en los contenidos de series de televisión, en las formas en que se dividen las tareas: “Es una forma de regularización de lo social; más allá del conjunto de expectativas y atributos individuales, el género puede constituirse en una política cultural y social que define en buena medida la convivencia en sociedad”.

 

Si se piensa como un sistema, siguió, “hace que sea más difícil y ambiguo establecer una clara relación entre sexo (componente biológico) y género (componte cultural), pues diferentes perspectivas teóricas han hecho hincapié en que cuando se miran de cerca tienden a confundirse”.

 

También dijo que el cuerpo no define la identidad: “El cuerpo es un conjunto de características biológicas que nunca contesta la pregunta de quiénes somos; por supuesto que juega un papel, pero no define quiénes somos, esto se resuelve en el plano psicológico”. La dimensión del deseo, profundizó, “usualmente se cataloga como la orientación sexual y responde a la pregunta de qué nos gusta, muy diferente a preguntarnos quién soy”.

 

Además, dijo que la socialización masculina ofrece privilegios para los hombres, pero también se traduce en riesgos para su salud y la de otros, en al menos tres sentidos: hacia las mujeres, niños de ambos sexos y mediante los distintos tipos de violencia o paternidad ausente.

 

“Entre varones esto se asocia con accidentes, homicidios o lesiones; para sí mismos, con falta de autocuidado, exposiciones al riesgo y violencia, suicidio, adicciones, enfermedades y descuido del cuerpo”, expuso, y agregó que la masculinidad hegemónica puede ser constitutiva de diversos factores de riesgo, “ya que restringe a los hombres en su expresión emocional, limita el autocuidado, y estereotipa la conducta sexual, los roles y conductas”.

 

Antar Martínez señaló que la masculinidad hegemónica ha sido caracterizada como aquella que se sustenta en una relación de superioridad respecto a todo aquello considerado femenino, adoptando rasgos dominantes, agresivos y autosuficientes: “Un aspecto clave es su vinculación con el poder económico y el rol de proveedor, así como el uso de la coacción y la violencia como mecanismos de relaciones sociales”.

 

Indicó que las investigaciones sobre masculinidad coinciden en que los varones deben demostrar públicamente su masculinidad; documentan la variedad de contextos y situaciones en que se hace: “No es un estatus obtenido, sino en constante conquista y en permanente riesgo de pérdida”, aseguró.

 

Por otro lado y para finalizar, señaló que la violencia es un acto intencional que usa el poder y la fuerza con un fin determinado, por medio del cual un sujeto o actor causa daño físico, mental y sexual, por lo cual es importante cuestionar qué hay dentro de las formas de ser hombre.

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