Dislexia no impide que individuo desarrolle sus capacidades: Experta

*En la Expo Neuro 2023, la psicóloga Constanza Pérez explicó en qué consiste este trastorno neurológico y la importancia del tratamiento correspondiente.

 

La dislexia es más que una mera confusión entre derecha e izquierda, más que hablar o escribir al revés o trabarse al estar hablando, dijo la psicóloga Constanza Pérez Meillón al dictar la conferencia “Dislexia y Neuroplasticidad”, en el Museo Fernando del Paso, como parte de las jornadas de la Expo Neuro 2023 que organizan la Facultad de Psicología de la Universidad de Colima y la Universidad del Valle de Atemajac (UNIVA).

 

De hecho, agregó, las características antes dichas “son mitos en torno al trastorno del aprendizaje”. En este sentido, comentó que diversos estudios consideran que del 20 por ciento de estudiantes que presentan problemas de aprendizaje de lectura, sólo el cuatro por ciento tiene dislexia, mientras que entre el cuatro y diez por ciento de la población general presenta esta alteración. Así, planteó las siguientes interrogantes: ¿qué es la dislexia?, ¿cómo se diagnostica? y ¿qué tratamientos hay?

 

De acuerdo con la académica de la UNIVA, es un trastorno del aprendizaje relacionado con la lectura: “La Asociación Internacional de Dislexia dice que es una discapacidad de origen neurobiológico que tiene que ver con la precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras, deficiencia en la escritura, capacidades de decodificación o con el desciframiento de letras”, definió.

 

Este trastorno se origina en el cerebro, continuó, “y debido a que la lectura no se aprende de manera natural, a diferencia del lenguaje, investigadores han buscado las zonas cerebrales de este proceso, generándose tres modelos; el primero, de Wernicke-Geschwind, desarrollado a finales del siglo XIV y principios del XX, apunta que este proceso entra por la vista y lo descifran las áreas de Wernicke y Broca”.

 

“Las palabras impresas entran al cerebro por el sentido de la vista hacia el lóbulo occipital, encargado de descifrar el sentido; esta información entra mediante una estructura llamada giro angular, la cual la traslada a las áreas de Wernicke y de Broca. En la primera se identifican signos y señales visuales, y la segunda (que es la motora) se encarga de ayudarnos a hablar”, explicó Pérez Meillón.

 

En su disertación, contó que en los 60 se encontraron otras áreas implicadas y se conformó el modelo Casita, el cual expone que el procesamiento de información se ordena por capas para darle una explicación sistematizada en modelos cognitivos. De este modo, dijo que el modelo actual se llama Conectoma Perisilviano, y explica que en este proceso de aprendizaje se involucran más de tres áreas del cerebro.

 

De acuerdo con este planteamiento, explicó que en la zona de Silvio se generan conexiones entre todos los lóbulos y no sólo en la parte sensorial y motora, sino en un área que contempla el significado de lo que vemos: lóbulos occipital, parietal y temporal, a la cual han llamado la Caja de las Letras, porque allí se reconoce su forma y significado.

 

Por lo anterior, explicó que cuando una persona tiene dislexia se le forma una neuroimagen con menor volumen de materia gris, esto es, neuronas un poco menos desarrolladas en los cruces de los lóbulos occipito-temporal y occipito-parietal; además, precisó, “existe un menor desarrollo neuronal en la zona parieto-temporal que tiene que ver con el procesamiento fonológico, sonidos del habla, así como en la parte occipito-temporal relacionada con palabras escritas y su forma visual: en este cruce se encontró la caja de letras”.

 

Debido a lo anterior, continuó, “cuando hay una disminución en esta red neuronal se manifiesta la dislexia a través de síntomas como dificultades para leer, confundir la simetría de las letras, su sonido, dificultad para entender lo que se lee, problemas con la ortografía e incluso con números”. Asimismo, precisó que este trastorno es de carácter inesperado, pues durante los primeros años de vida se tiene un buen desempeño.

 

En este sentido, la especialista destacó la importancia de un diagnóstico preciso para descartar otros trastornos de tipo psicomotor, sensorial o cognitivo, y propiciar que el contexto social sea favorable y que inteligencia de estas personas llegue a ser media o superior a la media, así como analizar factores ambientales, ya que se estima que entre el 40 y 80 por ciento de niños con dislexia tiene antecedentes familiares con este problema.

 

En cuanto a tratamiento, habló de intervenir y rehabilitar estas zonas mediante actividades y ejercicios que estimulen la neuroplasticidad y, después de este proceso, aseguró que se pueden observar cambios estructurales en el sistema nervioso y diferencias funcionales, como mejor caligrafía, lectura, etcétera. Por último, dijo que la dislexia no se relaciona con la inteligencia ni con la forma de pensar, y que no es una limitante para que el individuo desarrolle sus intereses. Tampoco es una enfermedad.