Antes de iniciar quiero aclarar que estas líneas tienen como principal objetivo exponer un punto de vista al diseño e implementación de las políticas públicas inclusivas, más nunca a estar en contra o poner en tela de juicio la importancia y a la necesidad del fomento y desarrollo de la inclusión en nuestras sociedades.
“La inclusión de una sociedad se desarrolla en la base de la pirámide social”
La inclusión es un concepto muy común en nuestra actualidad, un término muy noble que busca, en primer lugar, erradicar todo acto de discriminación motivado por rasgos de raza, nacionalidad, género, religión, etnia, nivel socioeconómico, discapacidad física, diversidad cognitiva, preferencia sexual, afiliación política, grupos sociales etc., para ello, la Organización de la Naciones Unidad (ONU), incluyó en su agenda 2030 la reducción de las desigualdades como uno de sus objetivos prioritarios que incluyen medidas especificas para la inclusión de grupos vulnerables, como las personas con discapacidad, las mujeres, los niños y los pueblos indígenas para que los países miembros las implementen como políticas de gobierno.
Sin embargo, el diseño e implementación de estas políticas a favor de la inclusión, se han quedado muy cortas y, en muchos casos, han quedado lejos de erradicar la desigualdad y discriminación, paradójicamente estas medidas han buscando lograr la inclusión con acciones excluyentes; es decir, se busca incluir excluyendo a otros(as) que no forman parte de lo que se busca incluir; y lo mas delicado es que el acceso a ciertos espacios de importancia social política, económica y creativa, esta siendo condicionado más por la pertenencia a ciertos grupos, que por las capacidades y habilidades de los aspirantes, lo cual se convierte en automático en un filtro discriminatorio motivado por raza, nacionalidad, genero, religión, etnia, nivel socioeconómico, discapacidad física, diversidad cognitiva, preferencia sexual, afiliación política, grupos sociales etc.
Es muy importante clarificar que ninguna sociedad inclusiva se impone por decreto, ésto fundamentalmente se debe a que el concepto de inclusión, en esencia, corresponde a una conducta aceptada por los integrantes de una sociedad y no como un requisito de ley forzado, el resultado de esta práctica trae como consecuencia que en lugar de promover acciones inclusivas, en la realidad están fomentando prácticas exclusivas o discriminatorias.
Un ejemplo de lo anterior se da en el sector educativo. Desde hace algunos años la escuela tiene la obligación de recibir a cualquier niño, niña o joven independientemente de su extracto social, étnico, discapacidad física, diversidad cognitiva etc. lo cual como política cupular y de discurso es extraordinario “todas la escuelas del país son inclusivas” pero, ¿Qué pasa en la realidad cuando un docente, (por poner un ejemplo), recibe a un estudiante con barreras para el aprendizaje asociado a una condición y no esta preparado para ello? ¿Acaso la autoridad lo ha capacitado? ¿Acaso tiene un asesoramiento y acompañamiento que fortalezcan su ejercicio docente? lastimosamente en muchos casos la respuesta es un rotundo No, y con ello la autoridad descarga toda la responsabilidad al docente. Ante esta situación, el resultado en la mayoría de los casos es un estudiante insertado, pero segregado en su grupo escolar, un docente frustrado y ansioso por no estar capacitado para atender este tipo de situaciones; y padres de familia molestos por la falta de atención adecuada para su hijo(a), a esto, de ninguna manera se le puede llamar una práctica inclusiva.
Es por ello que la inclusión de una sociedad se debe desarrollar en la base de la pirámide social, no en su punta. Iniciando con implementar acciones que permitan ese cambio de percepción y conducta social sintetizado en los siguientes 4 pilares:
Las sociedades inclusivas se sustentan en:
1.- Un sistema educativo, sólido, articulado, con proyecto a mediano y largo plazo con docentes capacitados, bien remunerados y con sistema de profesionalización de excelencia.
2.- Las políticas públicas que promuevan e impulsen el desarrollo educativo, social y económico en los grupos vulnerables.
3 – Acceso a fuentes de empleos equitativas y bien remuneradas, que promuevan la potencialidad de la diversidad.
4.- Igualdad de derechos sin importar raza, nacionalidad, género, religión, etnia, nivel socioeconómico, discapacidad física, diversidad cognitiva, preferencia sexual, afiliación política, grupos sociales etc.
Una sociedad inclusiva no se impone por decreto, se construye con un proyecto de nación que ofrezca las condiciones educativas, legislativas, sociales y económicas para llevarlas a cabo, permitiendo con ello que los integrantes de una sociedad puedan ejercer con conocimiento y condiciones la práctica de una inclusión verdadera sustentada en dignidad personal y en la diversidad humana.
Para terminar estas breves líneas sobre tan robusto tema, quisiera solo puntualizar que el nivel de inclusión en la sociedades evidencia su grado de evolución social. Sin duda, aún tenemos mucho por entender y hacer sobre este importante concepto y práctica.
¿Cuál es tu opinión respecto a este importante tema?
Con afecto y cariño
Servir para Transcender
Miguel Vladimir Rodriguez Aguirre
P.D. Te agradezco la atención de tu lectura. Si te gustó la publicación te invito a compartirla para que pueda llegar a mas personas.
Con información de: https://infinitologos.blogspot.com/2024/07/inclusivamente-exclusivos-una-paradoja.html