Colima, Col. El pasado 20 de julio, un habitante de la comunidad de Quesería, Cuauhtémoc pudo captar en un video de aproximadamente dos minutos un fenómeno que apareció en medio del campo bajo una fuerte tormenta.
Las personas que estaban comentando en el video aseguraban que podría ser un “torbellino” o incluso “un tornado”.
Al respecto, José Francisco León Cruz, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam) y uno de los científicos con mayor conocimiento en el país del fenómeno, explicó que los tornados son más comunes de lo que la mayoría de la población y las instituciones se imaginan.
“Los tornados siempre han existido, pero bajo diferentes nombres como culebras de agua, trombas, dragones, un montón de nombres y varía de los lugares (…) en Colima creo que les dicen culebras de agua o colas de nube”, dijo.
León Cruz señaló que son tornados de menor intensidad y son la mayoría pues los potencialmente peligrosos para las personas son muy raros “incluso para lugares como Estados Unidos, es raro, pero son muy intensos y necesitan condiciones particulares para que puedan evolucionar”.
Los tornados sin embargo, continuó, pueden tener rachas de viento superiores a las del huracán más peligroso categoría cinco pues pueden superar hasta los 500 kilómetros por hora y eso hace que pueda, incluso, destruir hasta una casa completa “pero insisto, son muy raros”.
En Colima, dijo, son más comunes en la costa “los municipios de Manzanillo y Tecomán tienen condiciones normales de tormenta (…) en términos simples necesitan una condición de inestabilidad, usualmente el aire caliente sube y el frío baja y si hay diferencias pueden aparecer tornados”, aclaró.
En promedio, en México, se forman hasta 40 eventos anuales en todo el país principalmente en la zona centro como Tlaxcala, Puebla y Estado de México.
Para el investigador colimense Juan Carlos Gavilanes, la vigilancia de estos fenómenos debe ser importante por eso instó a las instituciones públicas como Protección Civil realizar acciones para el monitoreo de los fenómenos y que se puedan alertar a la población de potenciales riesgos.
Sostuvo que los equipos técnicos, como los que tiene Estados Unidos, pueden ser muy caros, de hasta miles de dólares y el mantenimiento también puede ser costoso por eso se necesitan otro tipo de estrategias como grupos de observación conformados por los mismos habitantes de la zona de riesgo que sirvan como comunicadores de estos eventos.