Alejandra quería que el hombre, de nombre Mariano, reconociera legalmente a la menor.
Llegaron a Colima, se hospedaron en el Hotel América en el centro de la capital colimense; Alejandra se comunicó con Mariano para verlo. Él pasó por ellas.
Él sabía que ella quería que reconociera a su hija y temía que, ante su negativa, pudiera contarle a su esposa toda la verdad. Por eso, tenía meses planeando asesinarlas.
Tras pasar por ellas, fueron a un motel; se presume que tuvieron relaciones sexuales y después de ello fue que Mariano dejó ver sus intenciones.
Asfixió a ambas hasta la muerte y buscó ayuda para deshacerse de sus cuerpos.
Los cuerpos fueron abandonados en un paraje al norte del estado.
Los familiares de las víctimas pusieron una denuncia y la Fiscalía logró recabar información y reconstruir los hechos; además, Mariano es una persona cuyo nombre ya figuraba en al menos una carpeta de investigación más, con lo que pudo plenamente identificarlo, localizarlo y detenerlo.
El acto de maldad no podrá ser reparado, pero al menos la familia de las víctimas pueden tener la tranquilidad que el responsable pagará por su crimen.