En el silencio de la noche, cuando las estrellas brillan en el cielo, recordamos la majestuosidad de Dios y su creación. La tierra, con su belleza y diversidad, es un reflejo de la sabiduría y el amor infinito de nuestro Creador.
Sin embargo, en medio de tanta belleza, también vemos el dolor y el sufrimiento que afligen a nuestro mundo. La injusticia, la pobreza, la violencia y la destrucción del medio ambiente son solo algunos de los desafíos que enfrentamos.
En este momento, es importante recordar que somos hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. Somos llamados a reflejar la luz y el amor de nuestro Creador en un mundo que necesita de nuestra compasión y nuestro servicio.
Así que doblemos rodillas ante el dolor del mundo. Oremos por aquellos que sufren, por aquellos que están marginados y oprimidos. Oremos por la conversión de los corazones, para que podamos amarnos unos a otros como Dios nos ama.
Recuerda que cada persona que conoces es un hijo de Dios, merecedor de respeto, dignidad y amor. Recuerda que cada acción que tomas, cada palabra que hablas, cada pensamiento que tienes, tiene el poder de bendecir o de maldecir.
Así que vivamos con respeto perfecto de Dios y su creación. Vivamos con compasión, con empatía y con amor. Vivamos como hijos de Dios, reflejando la luz y la sabiduría de nuestro Creador en un mundo que necesita de nuestra presencia.
Doblemaos rodillas, hijos de Dios, y oremos por un mundo mejor. Oremos por la paz, por la justicia y por el amor. Oremos para que podamos ser instrumentos de la misericordia y la compasión de Dios en un mundo que necesita de nuestra ayuda.
Con cariño Paty Mendoza