*Impartió la videoconferencia “¿Qué sabemos?”n en el marco del Seminario COGNIMATH: “Una noche con la ciencia”, que organizó la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
El científico Alfredo Aranda Fernández, coordinador general de Investigación Científica de la Universidad de Colima, impartió la videoconferencia “¿Qué sabemos?”, como parte del Seminario COGNIMATH (Procesos Cognitivos y Psicología Matemática): “Una noche con la ciencia”, que organizan investigadores de la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Durante su charla, habló de “una realidad que se vive durante la pandemia”, dentro de la que identifica “otra pandemia que, combinada con la del COVID-19, está generando muchos problemas y que tiene que ver con una aparente pérdida de la noción de lo que es el conocimiento y de una relatividad casi absoluta, paradójicamente, en términos de si sabemos o no cosas o si existen o no verdades”.
“Pprácticamente –dijo– siempre nos equivocamos: tenemos una facilidad asombrosa para engañarnos e inventar cosas, pero casi siempre nos equivocamos. Cuando se hace ciencia, también nos equivocamos. Ante cualquier duda, se desarrolla una explicación de diferentes niveles y profundidades, pero el cerebro intenta dar respuesta y casi siempre se equivoca. De hecho, nuestro cerebro es tan terco en tratar de explicar las cosas que, muchas veces, nos obliga ver, escuchar y sentir cosas que no suceden; lo hace para que sus propias explicaciones sean validadas”.
Cuando una persona se dedica a la ciencia, continuó, “trata de explicar y entender un fenómeno de la misma manera, y produce ideas que al inicio suelen estar equivocadas. El individuo, científico o no, no deja de tener preferencias, dogmas, inseguridades, juicios y también intereses”.
Destacó que lo interesante de la ciencia, ya no de los individuos que la hacen, es que a través de su sistema elimina estas deficiencias y exige la confirmación independiente de los resultados; “es bajo la discusión y escrutinio de muchas personas diferentes e incluso de épocas distintas, que la ciencia avanza. Los conocimientos científicos, además, nunca son absolutos, siempre van adaptándose a nuevas y cada vez más precisas observaciones. La verdad científica crece y se mejora, pero para eso requiere tiempo; no puede dar respuestas inmediatas a necesidades específicas”.
Los que se dedican a la ciencia, dijo, se acostumbran a recibir críticas y reclamos que luego tratan de corregir o aclarar; “no siempre se puede, a veces nos peleamos, a veces hay intereses de todo tipo que nos hacen cegarnos ante las críticas o criticar sin una buena justificación; eso es inevitable, lo bueno es que al final el conocimiento generado resulta ser útil y de relevancia para los demás. La confirmación, independientemente, se dará a pesar de nuestras inquietudes personales o tribales”.
En este sentido, agregó, para que una persona sea científica necesita tener mente abierta; “una mente abierta es algo difícil de tener; todos tenemos ideas preconcebidas de prácticamente cualquier cosa. Una mente abierta es la que defiende y elabora sus ideas y teorías sobre las preguntas y cuestiones que se le presentan; al recibir opiniones diferentes, las discute, critica y trata de mostrar aquellas incorrectas; luego, si la evidencia presentada y discutida demuestra que la idea propia es incorrecta, esa mente abierta acepta que estaba equivocada y sustituye esa idea con las nueva que resultó del análisis”.
De acuerdo con él, los científicos cuestionan o deben cuestionar prácticamente todo “porque saben que algo debe quedar verificado y determinado con certeza, y para eso se requiere de un proceso bastante riguroso. Cuando se dice que se tiene un conocimiento es porque hemos intentado por todos los medios disponibles demostrar que no es cierto, buscamos todas las posibles maneras de derrumbar ese conocimiento y no nos quedamos tranquilos hasta que varios grupos independientes llegan a las mismas conclusiones”.
En la ciencia, comentó, el primer paso es reconocer que no sé sabe algo; “sin eso es imposible avanzar. El siguiente consiste en proponer soluciones y respuestas que puedan ser verificadas y sustentadas”.
Alfredo Aranda dijo también, que “todas las personas tenemos el derecho de pensar y expresar nuestras opiniones, pero eso no quiere decir que nuestras ideas tengan sentido o que no puedan ser criticadas. Las ideas no tienen por qué ser respetadas, sobre todo si sabemos y podemos sustentar con evidencias que están equivocadas. Las ideas deben ser analizadas, criticadas, contrastadas y matizadas”. Lo interesante, resaltó, es que a partir de la capacidad de análisis se van aceptando las ideas que tienen sustento y dejando ir aquellas que no lo tienen.
Dijo que no hay nada más humano que la ciencia, “sólo los humanos la hacen. Es, junto con el arte, lo más humano que existe. La ciencia nos da la oportunidad de ser mejores. La ciencia es en realidad la fuente del humanismo; sin ciencia, sin conocimiento científico, el humanismo está perdido, sin brújula, obedece a caprichos”.
Por último, comentó que cuando se habla de apoyar la ciencia “no se trata de apoyar una cosa más; no, se trata de no descuidar lo que nos tiene aquí, así de fundamental es el asunto y de alarmante que muchos no seamos conscientes de ello. Al apoyar la ciencia, se está apoyando que se reduzca la pobreza, que se mejore la salud, que se incremente la educación. Cuesta trabajo y se requiere talento, pero si se le apuesta con firmeza rendirá frutos. Hoy vivimos gracias a la ciencia hecha por otros y quizá también mañana aportemos de manera importante y podamos decir que nosotros también hemos contribuido a la mejora de la humanidad”.