El Reino Unido se convirtió en el primer país en reconocer el parkour como deporte. Los consejos deportivos de Gran Bretaña, que son cinco, respondieron a la petición de organizaciones como Parkour UK, que en 2009 pidieron ser aceptados dentro del club. Tracey Crouch, la ministra del deporte en Inglaterra, describió al parkour como una opción “innovativa, creativa y divertida” e invitó a la gente a practicarla. Además, señaló que está bien que la gente encuentre formas de llevar a cabo las actividades recreativas que más atractivas le parezcan. O sea, a cada quien lo que le guste.
Lo mejor del anuncio para los que se dedican a practicar esta actividad recreativa es que ya pueden pedir becas y apoyos del gobierno en vez de ser vistos como unos vagos sin sentido del peligro. El parkour ha recibido varias críticas debido a que los que lo practican muchas veces se sirven de estructuras públicas y no cuentan con el equipo de seguridad necesario para los riesgos que corren.
Es difícil precisar dónde exactamente comenzó esta disciplina. Decimos “disciplina” porque hasta este momento nadie se había animado a clasificarla específicamente de algo, en gran parte debido a que su existencia misma se debe a la conjunción de diferentes actividades físicas, sociales y hasta filosóficas. La historia medio oficial es que en los años 80, en los pueblos de Evry, Sarcelles y Lisses, al sur de París, un grupo de jóvenes se aventaron la creación de algo que en su momento llamaron l’Art du Deplacement. Al grupo le pusieron ‘Yamakasi’, que significaba ‘hombre fuerte, espíritu fuerte’. Durante más de una década se dedicaron a practicar, mientras la gente los veía como unos salvajes y la policía también, pero sin poder hacer mucho.
Más adelante, al comenzar los dos miles, un cineasta, Luz Besson, recogió todo este concepto para una película. Dos personas murieron porque después de verla intentaron repetir algunas de las acrobacias. Esto no hizo que la popularidad de la disciplina disminuyera y en poco tiempo alcanzó una representación mundial.
Ahora, con el reconocimiento oficial de las autoridades británicas, se espera que este nuevo deporte reciba la regulación que merece, para buscar el bienestar de quienes lo practican y de los lugares donde lo hagan.