“Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local”, pidió el Pontífice en el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en un salón del Palacio Presidencial de Bagdad.
El Papa clamó contra “la violencia”, “los extremismos”, “las facciones” y “las intolerancias” en su primer discurso en Irak, e instó a reconstruir el país, un mosaico de culturas que ha sido asolado durante años por la guerra y el terrorismo yihadista, desde la “discusión franca y sincera”.
“Que cesen los intereses particulares, esos intereses externos que son indiferentes a la población local”, pidió el Pontífice en el encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomático en un salón del Palacio Presidencial de Bagdad.
Se trata del primer viaje del Papa desde el inicio de la pandemia de coronavirus que estará marcado por las tensiones entre las tropas estadunidenses y las pro iraníes y por las restricciones ante la pandemia.
Hace pocos días tuvo lugar otro episodio de violencia en el país cuando una docena de proyectiles impactaron en un cuartel donde residen soldados españoles, estadounidenses e iraquíes y un funcionario del ejército estadounidense falleció de un paro cardíaco.
En su alocución, el Papa recordó a todos los que “a causa de la violencia, de la persecución y del terrorismo han perdido familiares y seres queridos, casa y bienes esenciales”.
Pero también se refirió a toda la gente “que lucha cada día buscando seguridad y medios para seguir adelante, mientras que aumenta la desocupación y la pobreza”.
Igualmente, demandó que se dé voz “a los pequeños, a los pobres, a la gente sencilla, que quiere vivir, trabajar y rezar en paz” tras elogiar los esfuerzos que está realizando el país para tratar de poner las bases de una sociedad democrática.
A este respecto, señaló que es fundamental que “ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase” en un claro apoyo a las minorías étnicas y religiosas que conviven en Irak.
De hecho, recordó en particular a los yazidíes, “víctimas inocentes de una barbarie insensata y deshumana, perseguidos y asesinados a causa de sus creencias religiosas, cuya propia identidad y supervivencia se han puesto en peligro”.
Irak también contaba con una de las más antiguas comunidades de la cristiandad, que ha sufrido una reducción de más del 80% en las últimas dos décadas. En 2003, antes de la invasión de Estados Unidos, Irak contaba con cerca de 1.5 millones de cristianos. Hoy solo quedan cerca de 250 mil. La Iglesia católica caldea es la mayoritaria.
En un análisis de la historia reciente del país, el Papa recordó que Irak ha sufrido los desastres de las guerras, el flagelo del terrorismo y conflictos sectarios basados a menudo “en un fundamentalismo que no puede aceptar la pacífica convivencia de varios grupos étnicos y religiosos, de ideas y culturas diversas”.
“Todo esto ha traído muerte, destrucción, ruinas todavía visibles, y no sólo a nivel material: los daños son aún más profundos si se piensa en las heridas del corazón de muchas personas y comunidades, que necesitarán años para sanar”, manifestó.
También llamó la atención del papel que la comunidad internacional tiene en la promoción de la paz en esta tierra y en todo el Oriente Medio:
“Como hemos visto durante el largo conflicto en la vecina nación de Siria -de cuyo inicio se cumplen en estos días ya diez años-, los desafíos interpelan cada vez más a toda la familia humana”.
Para el Papa, Irak está llamado “a mostrar a todos, especialmente en Oriente Medio, que las diferencias, más que dar lugar a conflictos, deben cooperar armónicamente en la vida civil”.
Además, encomió las labores humanitarias de las agencias también católicas que dan asistencia a los refugiados, a los desplazados internos y a quienes tienen dificultades para regresar a sus propias casas, facilitando en el país comida, agua, viviendas, atención médica y de salud, como también programas orientados a la reconciliación y a la construcción de la paz.
E instó a la comunidad internacional a no retirar su apoyo sino a seguir trabajando “con espíritu de responsabilidad común con las Autoridades locales, sin imponer intereses políticos o ideológicos”.
El Papa, que aterrizó este viernes en Irak, donde estará hasta el próximo lunes, llamó a los políticos a “combatir la plaga de la corrupción, los abusos de poder y la ilegalidad”, grandes problemas que impiden el buen funcionamiento del país.
También insistió en la necesidad de “edificar la justicia, que crezca la honestidad y la transparencia, y que se refuercen las instituciones competentes”.
Para el Papa esta es la clave para hacer crecer la estabilidad y desarrollarse “una política sana, capaz de ofrecer a todos, especialmente a los jóvenes tan numerosos en este país, la esperanza de un futuro mejor”.
Con información de: Proceso