Gracias a códices elaborados por nuestros antepasados aztecas, se han podido identificar sismos en México que remontan a la época de la conquista española.
Los sismos son un fenómeno natural recurrente en el territorio mexicano . Los más jóvenes recuerdan el ocurrido en 2017, mientras que los mayores de edad viven con el registro de 1985 cuando se presentó uno de 8.1 grados. Uno más que guarda la historia nacional fue el que se presentó la madrugada del 27 de julio de 1957 y que provocó la caída de la ‘Victoria Alada’ (El Ángel de la Independencia), sin embargo nunca se había tenido conocimiento de los primeros sismos que ocurrieron en México.
Gracias al análisis de pictogramas de nuestros antepasados aztecas, investigadores del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) pudieron identificar un periodo más antiguo donde se registró un sismo en México.
Uno de los investigadores del proyecto, el doctor Gerardo Suárez detalló en entrevista para El Sol de México que para identificar los primeros registros de sismos en México tuvieron que analizar el códice ‘Telleriano-Remensis’, el cual es una representación de la historia escrita de los pueblos antiguos.
“Este códice es el que tiene más eventos sísmicos registrados. Fue escrito en los primeros años de la conquista, poco después de la caída de Tenochtitlan. Éste registra sismos desde 1460”, explicó el doctor Suárez.
Abundó además que el códice ‘Telleriano-Remensis’ reporta un total de 12 movimientos telúricos,de los cuales el último registrado es uno de 1542.
A pesar de ya haber identificado el período de estos 12 sismos, el investigador del Instituto de Geofísica indicó que les resultó complicado hacerlo, pues los códices no tienen de manera tan clara la cronología de los 12 sismos reportados por el ‘Telleriano-Remensis’.
“Es importante destacar que los pictogramas y todos los códices no son de lenguaje gráfico, es un lenguaje mucho más complejo, es un lenguaje muy sofisticado que no se puede interpretar únicamente como un jeroglífico.