Creatividad y adaptación a los cambios, esencial para una cultura de Paz: C. M. Hendry

 

 

*“El evento de hoy es parte de esta iniciativa que pretende, desde la universidad, apoyar la instauración de una cultura que nos ayude a recuperar la sensibilidad social y actuar con pleno respeto a los derechos humanos”: Christian Torres Ortiz, Rector.

 

Carlos Morales Hendry, doctor Honoris Causa por la Universidad de Colima en el 2010, dictó este miércoles la conferencia “Cultura de paz en las Universidades”, en la que más allá de ofrecer conceptos, teorías y soluciones para erradicar la violencia, compartió con las y los asistentes al auditorio de Psicología, sus experiencias como estudiante y profesor en su natal Colombia, asegurando que “un maestro o maestra son personas fundamentales para la sociedad, que cargan una enorme responsabilidad, ya que son parte esencial de la vida futura de una nación”.

 

Al darle la bienvenida, el rector Christian Jorge Torres Ortiz Zermeño agradeció al ponente su disposición y generosidad para estar nuevamente en su institución y le dijo que, en este tema, la UdeC “ha desarrollado bases sólidas con la integración de un área de Cultura de Paz que contempla las propuestas de la ANUIES, así como del Gobierno de México y los Objetivos del Desarrollo Sostenible, y para lo cual hemos convocado a impulsar cambios sociales a partir de la formación de estudiantes y profesores solidarios y comprometidos con la construcción de sociedades más justas”.

 

Es importante, resaltó, “que activemos estas estructuras para replicar los valores de humanidad frente a las manifestaciones de violencia, a fin de restaurar los entornos pacíficos en todos los ámbitos”.

 

En ese sentido, destacó que la UdeC tiene ya un grupo de promotores de paz y de clubes estudiantiles que cuentan con la inclusión del personal directivo y docente.

 

Comentó, por último, que “el evento de hoy es parte de esta iniciativa que pretende, desde la universidad, apoyar la instauración de una cultura que nos ayude a recuperar la sensibilidad social y actuar con pleno respeto a los derechos humanos”.

 

En su conferencia, el ponente relató que durante sus primeros años escolares se sintió privilegiado al encontrarse con maestros que le enseñaron a amar el conocimiento más allá de las materias que enseñaban; “nuestros profesores nos brindaban conocimientos, pero iban mucho más allá; aprendimos a debatir, a entender que tenemos distintos puntos de vista y a tolerar. Había más puntos de encuentro que de divergencia. Fue un tiempo en el que nos dieron conocimientos básicos, nos enseñaron a investigar y, sobre todo, nos formaron con valores, a pesar de los años violentos que vivíamos en Bogotá”.

 

Sin embargo, señaló que ahora ocurre algo muy diferente en las universidades, “donde hay profesores excelentes, que cumplen con su cometido, pero que muchas veces no pasan de ahí. Tanto nuestras universidades como nuestros colegios tienen un considerable número de profesores a quienes jamás se les debería permitir pisar una institución educativa”.

 

En su etapa como docente, dijo, se propuso cambiar todo aquello que como estudiante tuvo que aceptar, tolerar y sufrir; “con el apoyo de algunos maestros pudimos modificar la manera de evaluar a los estudiantes, además de algunas metodologías de enseñanza, logrando excelentes resultados y siendo la de Arquitectura una de las facultades más solicitadas por los alumnos; bajamos el nivel de reprobación de los alumnos, la actitud de los profesores cambió totalmente y se nos abrieron las puertas a múltiples oportunidades”.

 

Compartió que tras dejar su universidad, “con varios amigos creamos ISTHMUS, Escuela de Arquitectura y Diseño de Panamá con la que cumplimos un sueño. Hoy, a 25 años de su creación, hemos logrado crear un modelo académico estimulante, creativo, cambiante ante las circunstancias y cercano a lo que nosotros soñábamos, un modelo que no pretende buscar soluciones permanentes sino que entiende que nuestras necesidades cambian de manera acelerada y que debemos estar listos y dispuestos a responder a estos cambios”.

 

Al hablar sobre la violencia en nuestros días, resaltó que nuestras sociedades, desde hace décadas, “están enfermas de violencia; convivimos con ella de manera permanente. ¿Cuánto esfuerzo y capacidad de aguante deben tener los docentes de cualquier nivel para evitar que la violencia diaria influya en ellos y sus alumnos? Qué trabajo tan duro debe ser el de los maestros, por lo que sólo tengo palabras de admiración para ellos, pues cada día es más difícil cumplir su función, ya que son grandes y complejos los problemas que a todos nos aquejan hoy en día: las nuevas tecnologías, la globalización, la violencia, los efectos de la pandemia y las diferencias generacionales, entre muchos”.

 

Aseguró, para terminar, que “no hay instrucciones pedagógicas concretas que puedan neutralizar semejantes situaciones, y parecería que cada maestro está navegando por su cuenta, acumulando experiencias, aprendiendo lentamente, por eso cuando me piden que dé algunas soluciones al respecto sólo les digo que debemos tratar de entender nuestro contexto y, a partir de ahí, buscar soluciones, ya que pueden existir muchas posibilidades para intentar encontrar cada uno su camino. Para ello, la creatividad y la adaptación a los constantes cambios son fundamentales”.

 

De acuerdo con él, un profesor es el que sólo cumple con el programa académico, sin ir más allá; que sólo cumple su contrato. En cambio, “un Maestro, con mayúscula, es el que orienta, estimula, entusiasma y deja una huella profunda en la vida de sus estudiantes. Lleva al alumno a su mejor nivel personal posible”.

 

Por último, Morales Hendry aseguró que los maestros y maestras “son personas fundamentales para la sociedad, que cargan con una enorme responsabilidad, ya que por sus manos, en algún momento, pasarán todas las personas de una sociedad que más adelante serán profesionales, líderes, científicos y religiosos, por lo que son parte esencial de la vida futura de una nación. Es mucho lo que un buen maestro o maestra pueden incidir en un menor, así como es gigantesco el daño que un mal maestro le puede hacer, por eso los felicito a todos ustedes y les muestro mi admiración por su gran labor”.

 

En el presídium, acompañaron al rector la Dra. Martha Magaña, coordinadora general de Docencia y Gabriela Vargas, directora del Centro Universitario de Bienestar Integral.

 

 

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