“Los y las menores son seres en crecimiento, ya son una persona y no los tenemos que preparar para el trabajo sino para que vivan su vida de la mejor manera”: Dra. Sarahí Abarca.
Cuando se acerca el fin de cursos en los niveles de educación preescolar, primaria y secundaria resulta indispensable contar con diversas actividades físicas, en el marco de la escuela, que faciliten el desarrollo psicomotriz, cognitivo y emocional de niños, niñas y adolescentes; “se trata de un momento del desarrollo muy vinculado a nuestra relación con nosotros y con otras personas”.
Sobre este momento, que ya está muy cercano, la profesora de tiempo completo de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Colima, Mireya Sarahí Abarca Cedeño, ofreció algunas recomendaciones.
Dijo que en este periodo, menores, padres, madres de familia y el profesorado ya se encuentran cansados; “lo académico agota después de periodos intensos de trabajo, además, todos experimentan cambios en la forma de trabajar del personal docente”, agregó.
Ante esto, su primera recomendación fue pensar en términos del desarrollo del menor: “hagamos las preguntas: ¿qué está viviendo mi pequeño o mi pequeña?, ¿cómo lo está viviendo? y ¿qué puedo yo hacer para acompañar su desarrollo? Los y las menores son seres en crecimiento, ya son una persona y no los tenemos que preparar para el trabajo sino para que vivan su vida de la mejor manera”.
Cómo investigadora del área de educación, Abarca Cedeño señaló que hablar de pequeñitos de preescolar, primaria y jovencitos de secundaria, “es hablar de diferentes habilidades y procesos que se dan en las distintas etapas para lograr su desarrollo”.
“Nuestros pequeños -compartió- cada vez más están perdiendo la parte psicomotriz, que es importantísima dentro de su desarrollo individual, y con ello la parte cognitiva y emocional. Éstas se encuentran muy vinculadas a la relación con nosotros y con las otras personas”.
Al respecto, la profesora investigadora aseguró que “todos necesitamos la actividad física, y sabemos que hay pequeños que la prefieren mucho más que otros; tenemos que ser creativos y buscar cómo moderarla para que todos se involucren en ella”.
Antes de dar sugerencias para ocupar los últimos días de clases, Abarca Cedeño recordó a padres y madres de familia que los niños disfrutan de manera natural la actividad física y el logro personal; “un niño que no podía brincar la cuerda y que después lo puede hacer, lo registra como un logro personal”, comentó.
Entre las muchas actividades que sugirió la profesora investigadora para las últimas clases de los planteles, está el que se pueden organizar para saltar la cuerda, jugar al avión, bebeleche, los quemados, la traes, y otros juegos tradicionales que sólo requieren materiales caseros, sencillos y no costosos, que pueden tener en las mismas escuelas y hogares.
También sugirió actividades de lectura mediadas por un maestro, con disfraces de alguna historia ya leída para que los jóvenes visiten los salones y platiquen las historias a otros niños y niñas. Esta actividad, dijo la profesora, puede llevar varios días.
Otra propuesta, continuó, es hacer una semana del libro con lectura por capítulos hasta finalizar el texto; “después se rescatan personajes, haciendo algún material de escenografía o generando una mesa de diálogo sobre cuál personaje nos gusta más, cuál menos y por qué, sobre cómo se parece el contexto de la historia a nuestro contexto real, qué necesidades tienen los personajes y cómo resuelven sus problemáticas”.
Los rompecabezas y el ajedrez son otros juegos muy recomendados porque ponen en práctica, explicó Abarca Cedeño, la toma de decisiones, la causa-consecuencia y la empatía.
Abarca Cedeño señaló que el problema de los adultos es que dejaron de hacer y compartir estas actividades; “cuando las jugábamos, en el pasado, las aprendíamos de los más grandes y las transmitíamos a los más pequeños y así todos aprendimos mucho”.
Ahora, dijo, “el papel del adulto es acompañarles en el proceso del juego y después dejarlos jugar, porque el juego sin mediación de un adulto es muy importante para que los menores aprendan a socializar, a respetar las reglas, a poner reglas y negociar en equipo y en el grupo”.
Advirtió que generar competencia en el juego “es un error que se ha cometido al hacer actividad física en las escuelas; en esos casos sólo participan los que son buenos en determinado deporte, porque les garantizará que van a ganar, cuándo es la actividad física por sí misma el mejor premio para los niños y las niñas”.
Antes de finalizar, Abarca Cedeño invitó a maestros, familias y los mismos menores a elaborar sus propios juegos de mesa: aros con mangueras, cuerdas para saltar o resortes. Sobre esto, invitó ampliamente a visitar la exposición “Arqueología del juego”, de Roberto Ventura en la Pinacoteca Universitaria, “donde podrán encontrar sorprendentes esculturas relacionadas con el juego”.
Mireya Sarahí Abarca es psicóloga, doctora en Socioformación y sociedad del conocimiento, maestra en ciencias, en el área de psicología aplicada y en terapia sistémica. Imparte, en la Facultad de Ciencias de la Educación, las asignaturas de psicología educativa, Teorías del aprendizaje, Diseño y desarrollo de proyectos, y en la Facultad de Ciencias las asignaturas de Métodos para el aprendizaje y la Investigación y psicología aplicada a desastres.