Un día como #hoy, pero de 2019…

La historia de Colima

💀🔍😱 Un día como #hoy, pero de 2019… Un papá y su hijo deciden sentarse bajo un árbol para tomarse un tejuino. De pronto, voltean al suelo y sucede uno de la hallazgos arqueológicos fortuitos más afortunados de los últimos tiempos en Colima. Esto sucedió en el Jardín de San Francisco de Almoloyan.

Te contamos la historia…

El 13 de marzo de 2019 por la mañana, dos antropólogos físicos y un arqueólogo, llegaron al Jardín de San Francisco de Almoloyan, en el corazón de la capital de Colima, derivado de un reporte ciudadano realizado a la Delegación en Colima, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el cual trataba de un descubrimiento arqueológico en plena vía pública.

Tras los trabajos de salvamento, los especialistas determinaron que se trataban de los restos antiguos de una mujer de aproximadamente 20-25 años de edad, quien posiblemente estaba embarazada a la hora de su muerte, ya que, con ella, se localizaron los restos de un bebé. Los restos fueron localizados en el área del antiguo convento de San Francisco de Almoloyan que data del año 1554.

En cuanto al entierro, se caracterizó por tener una gruesa capa de cal. Las osamentas fueron datadas entre los siglos XV y XVI, o posterior, de la Revolución Mexicana, durante alguna epidemia en Colima todavía no identificada.

El descubrimiento fue calificado por el #INAH como único en su tipo, debido a que fue el primer hallazgo que no pertenecía a la época prehispánica en Colima, y el primer rescate arqueológico de contexto Virreinal en el estado.

Fue el día 8 de marzo de 2019, que Santiago y su papá, Rafael Cruz, descubrieron en el jardín, un cráneo humano que se distinguía entre la tierra y el pasto, lo que describieron como “un grito suspendido en el tiempo”, así como algunas piezas de barro en las raíces de un árbol, en el sitio donde existió el primer edificio eclesiástico de Colima.

Inmediatamente, fueron a realizar un reporte al INAH. Ya en las oficinas, se les pidió hacer la redacción a mano y firmada, y se anexaron fotografías que daban fe de lo relatado. Por la magnitud y vulnerabilidad, hicieron en ese momento una reunión donde se organizó su extracción a la brevedad, para trasladar el tesoro histórico a los laboratorios del Instituto, para su estudio y resguardo.

El tiempo hizo su trabajo en San Francisco de Almoloyan. El INAH explicó que, el arrastre de tierra con el paso de los años y la limpieza del jardín, ayudó a su desvelamiento, aunque también estos factores iban destruyendo parcialmente la osamenta.

Los aspersores de agua, la lluvia y el viento también contribuyeron a que poco a poco estos vestigios quedaran expuestos. Otro factor determinante fueron las raíces cercanas de los árboles, pues éstas las “abrazaron” y llevaron poco a poco los restos humanos hasta la superficie.

En las excavaciones de este Patrimonio Cultural, se encontraron también joyas y tiestos cerámicos. La mujer en cuestión, fue sepultada en el atrio del primer convento católico de Colima. Portaba un anillo de cobre y otros objetos metálicos a la altura de los tobillos; elementos de propiedad de la persona. Todo se registró a detalle y empaquetó, para finalmente ser trasportadas al INAH para su análisis.

Participaron en los trabajos de rescate arqueológico, la antropóloga física Rosi Flores Ramírez, el antropólogo físico Juan Carlos García, el arqueólogo Saúl Alcantara Salinas, Josué Solórzano de seguridad, coordinados por el antropólogo Julio Ignacio Martínez de la Rosa, titular del Centro INAH Colima.

Actualmente, el templo, las ruinas del convento y la parroquia son monumentos históricos y están protegidos por el INAH.

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